La desconexión voluntaria de la actualidad se ha convertido en una tendencia global que preocupa cada vez más a las redacciones y consultoras de medios. La saturación informativa, el tono predominantemente negativo de las coberturas, la desconfianza hacia los medios tradicionales y el impacto de los cambios en los algoritmos de redes sociales y buscadores están modificando de forma acelerada la relación del público con las noticias.
Las consecuencias son evidentes: más personas optan por evitar activamente el consumo de información, especialmente entre los jóvenes, las mujeres y quienes no cuentan con estudios universitarios. Este fenómeno de news avoidance ya no es un síntoma marginal, sino un desafío central para la industria del periodismo.
En este contexto, varios medios internacionales están experimentando con formatos más breves, personales y comprensibles para retener la atención y reducir la fatiga informativa. A esta tendencia general se suma un diagnóstico más concreto en el Reino Unido, donde una nueva investigación ha revelado datos especialmente significativos. Una encuesta realizada por Opinium muestra que menos de la mitad de la población —el 47 %— dice ver informativos en televisión con regularidad o haberlo hecho en la última semana. El consumo de noticias en radio cae al 29 % y en webs informativas al 26 %.
The Guardian ha analizado los retos de la industria y expone que los medios británicos están buscando estrategias renovadas para hacer frente a esta pérdida de conexión con el público.
Entre las principales razones que esgrimen los ciudadanos para alejarse de las noticias destaca la percepción de un exceso de contenidos centrados en aspectos negativos, difíciles de procesar y repetitivos. La cobertura constante de conflictos como las guerras en Gaza y Ucrania, la crisis climática, los costes de vida y otras situaciones de tensión social o económica alimentan esa sensación de agobio y desánimo.
A ello se añade un factor creciente: la desconfianza hacia las fuentes tradicionales, especialmente por parte de los más jóvenes, que han crecido en un ecosistema mediático fragmentado, donde redes sociales, influencers y creadores de contenido disputan la credibilidad a los medios consolidados.
Los datos del Reuters Institute for the Study of Journalism refuerzan esa lectura. En el Reino Unido, el interés alto por las noticias ha pasado del 70 % en 2015 al 38 % en 2024. El descenso es más acusado entre los menores de 35 años. Las razones no se limitan a una falta de interés generalizado, sino a una combinación de rechazo activo y agotamiento ante el volumen y el enfoque de los contenidos informativos.
Ante este panorama, varios medios británicos han empezado a implementar medidas para recuperar la atención y, sobre todo, la confianza de las audiencias. Una de las propuestas más destacadas es la introducción de las llamadas cajas de ética, ya en uso por el grupo escandinavo Schibsted.
Estos recuadros, integrados en las noticias, explican decisiones editoriales concretas: por qué se ha identificado a una persona acusada de un delito, cuántas fuentes se han consultado, qué criterios se han seguido. El objetivo es aportar transparencia y responder a la demanda de mayor claridad sobre cómo se elaboran las informaciones.
La personalización también ha entrado en escena como un elemento clave. La BBC planea adaptar sus contenidos informativos a cada usuario a través de inteligencia artificial, aunque todavía no ha detallado sus planes. La desconfianza, sin embargo, persiste: solo un 13 % de los encuestados apoya que la cadena pública utilice IA para personalizar noticias, frente al 46 % que se muestra en contra.
Otras redacciones están optando por limitar el número de noticias que publican, centrarse en lo esencial y apostar por formatos breves. El diario sueco Svenska Dagbladet ha lanzado un producto llamado Kompakt, cuyo lema es “Leé menos, sabe más”, una propuesta que resume las noticias del día en un formato compacto pensado para quienes quieren mantenerse informados sin sentirse abrumados.
Este cambio en el consumo informativo ha generado también nuevas categorías de usuarios. Los llamados news snackers buscan informaciones breves y frecuentes, mientras que los briefers prefieren una única actualización puntual y clara que les permita estar al día sin tener que seguir el ciclo informativo completo. Para ambos perfiles, los medios están desarrollando explainers —contenidos que contextualizan de forma sencilla los temas más complejos— y boletines informativos o newsletters que resumen lo más relevante del día o la semana.
La creciente popularidad de los pódcasts se explica también en este contexto. Al ofrecer una experiencia más conversacional, cercana y centrada en un número limitado de temas, permiten al oyente recuperar una relación menos tensa con la información. A ello se suma una oferta en expansión de contenido más ligero —pasatiempos, juegos, vídeos breves— que busca atraer a quienes asocian las noticias con emociones negativas o con una carga excesiva.
Grupos editoriales como Reach, responsable de cabeceras como Mirror o Express, han abierto nuevos estudios en Londres para producir vídeos verticales adaptados al consumo en móvil, en un intento por acercarse al lenguaje visual y rápido que domina en plataformas como TikTok o Instagram.
En paralelo, se consolida una línea de trabajo que algunos han denominado “periodismo constructivo”. Lejos de enfocarse exclusivamente en los problemas, busca dar espacio a historias sobre soluciones, avances sociales y personas que contribuyen a mejorar su entorno. Esta perspectiva no pretende edulcorar la realidad, sino ofrecer una visión más equilibrada que ayude a mitigar la sensación de impotencia o saturación que expresan muchos ciudadanos.
La tensión entre el rigor periodístico, la atención fragmentada del público y la necesidad de recuperar la confianza está obligando a las redacciones a revisar no solo sus formatos, sino también sus principios editoriales. En lugar de perseguir solo el clic o la inmediatez, los medios exploran cómo generar valor informativo sin abrumar, cómo conectar sin simplificar en exceso, y cómo hacer visible el proceso detrás de cada noticia.
En un ecosistema cada vez más competitivo, donde el tiempo del usuario es limitado y la confianza es un bien escaso, la capacidad de los medios para adaptarse sin renunciar a sus principios se perfila como una de las claves para su supervivencia en la próxima década.
Fuente: ADEPA
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